COMER PENSANDO EN VEZ DE PENSAR EN COMER

Muchas personas se sienten inseguras cuando asisten a reuniones o eventos sociales por temor a comer de más y engordar. Además, viven pensando en la comida y creen que la culpa de sus problemas de sobrepeso está en los alimentos. La realidad es que no existen alimentos malos y lo primero que debemos hacer es dejar de pensar en ellos como enemigos. En un plan de alimentación equilibrado, no deberían existir los alimentos prohibidos.

Ahora te preguntarás, ¿si los alimentos no son los culpables, entonces quién es? Ante todo, deberías cambiar la palabra “culpa” por “responsabilidad”: la facultad de controlar la calidad y cantidad de los alimentos que ingieres es solo tuya.

Si comes apurado, no te tomas el tiempo para sentarte a la mesa, miras la tele, lees el diario o alguna revista, tragas sin saborear y no mides las porciones, estás de alguna manera agrediendo a tu sistema digestivo. La tarea es dejar esos hábitos en el recuerdo y empezar a ponerles solución.

Hay técnicas prácticas para cada conducta inapropiada que te permitirán aprovechar tu neuroplasticidad positiva, esa que nos permite reemplazar hábitos poco saludables por otros más convenientes que nos hacen vivir mejor. Si tenemos la fuerza de voluntad necesaria para repetir, repetir y repetir el nuevo hábito, terminará instalándose de manera natural.

Las diez maneras de comer pensando

  1. Prestar atención a los alimentos.
  2. No privarse de los alimentos que nos gustan.
  3. Disfrutar de lo que comemos y respetar la frecuencia de las comidas.
  4. Comer en bocados pequeños y estar atentos al tamaño de las porciones, especialmente con los alimentos que contienen más calorías.
  5. Apoyar los cubiertos sobre la mesa mientras se mastica.
  6. Masticar los alimentos lentamente.
  7. Hacer una pausa antes del bocado siguiente.
  8. Esperar 10 minutos antes de repetir.
  9. Dejar un poco de comida en el plato.
  10. Dejar de comer cuando consideramos que hemos comido suficiente.

A continuación te brindamos soluciones para dos costumbres que alteran nuestra digestión:

 

Si comes rápido:

Para comer pensando, dale un tiempo prudente a cada bocado que ingieras tomando una pausa. Así le darás tiempo a tu cerebro para que cumpla con su función - debes tener presente que se requieren hasta 20 minutos para que el cerebro te envíe la señal de “basta, estás satisfecho”. Este hábito despertará tus sentidos ante lo que estás comiendo y extenderá la duración de la comida, lo que te permitirá sentir el “DETENTE” antes de comer porciones que no te hacen falta y engordan. Si ingieres tu comida en 15 minutos, volverás a sentir hambre incluso después de un almuerzo completo. Para confirmar si comes muy rápido, mira el reloj al comenzar y terminar. Trata de estirar el tiempo que te toma una comida completa, hasta lograr almuerzos y cenas de al menos 25 minutos.

Si tragas sin saborear:

Tómate tu tiempo. Come cada bocado con cuidado y pensando en lo que estás haciendo. Coloca el tenedor o la cuchara sobre la mesa mientras masticas. Bebe un sorbo de agua entre un bocado y otro (esto limpia el paladar y hace la comida más sugestiva).

Elije el tamaño del bocado, huele el alimento y disfruta los aromas. Míralo y observa los colores y las formas.

Saborea prestando total atención a tu comida, aplicando todo tu esfuerzo consciente en morder, reconocer todos los matices y texturas. Si es necesario cierra los ojos.

Continúa masticando hasta que el bocado esté completamente blando y suave. Al completar el ritual, traga y percibe los reflejos de sabor secundario que aparecen después.

Cuando alcanzamos la armonía, podemos ingerir cualquier tipo de comida sin que afecte nuestra salud. La clave reside en comer de todo, pero en cantidades moderadas y frecuencias distintas a las que estábamos acostumbrados.

 

26/03/2021

 

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