LOS HOGARES TAMBIÉN SIENTEN

 

 

 

Quizás, si contemplamos la vivienda simplemente como una estructura física que nos sirve de refugio, nos cueste integrar que puede llegar a tener sentimientos. Sin embargo, si nos vamos al concepto de hogar, es posible que nos resulte más fácil concebir esta posibilidad.

 

Un hogar no tiene que ver con la estructura física. El concepto de hogar se acerca más a lo que sería, por comparación, nuestra esencia más allá de la forma.

 

Más allá de nuestro concepto físico, podemos sentir que, internamente, albergamos una consciencia que es la que realmente dota de sentido nuestra estructura material.

 

Un hogar, por lo tanto, es la esencia que contiene una vivienda; y su calidad o grado de luz, lo define, además de los materiales, colores y distribución elegida, la forma en que lo vivimos y habitamos.

 

Un hogar vive muchas situaciones diferentes a lo largo de la vida; acoge familias, recibe nuevas vidas, vive distanciamientos, separaciones, celebraciones, reconciliaciones, sueños, ilusiones… y si lo haces partícipe, te sorprendería la forma en que puede llegar a aportar luz a tus propios procesos.

 

Cuando la vibración de un hogar coincide con la de las personas que lo habitan, facilita que la coherencia se imponga a la falta de claridad.

 

Cuando llega una nueva vida, por ejemplo, es fácil percibir esa realidad en el hogar por los cambios, nuevos colores, accesorios e incluso la sutileza de la iluminación y del aroma que impregna todo. Es una realidad que no cuesta mostrar externamente.

 

En cambio, hay otro tipo de vivencias que suele costar más expresar externamente.

 

Ante una separación, un duelo o un alejamiento, suele ser habitual mantener todo como estaba anteriormente.

 

Durante un tiempo puede ser normal, forma parte del proceso interno personal, pero una vez pasado un tiempo prudencial, reflejar externamente la realidad interna, ayuda a integrarla con más facilidad y a avanzar a la etapa siguiente.

 

La vida no se detiene y por intentar que se detenga, lo único que podemos lograr es impedir que fluya en armonía.

 

Prueba recorrer tu hogar, trata de sentir si lo que refleja el ambiente general es coherente con tu realidad interior o con la realidad de la familia que viváis en él. Si lo es, perfecto. Si no observas esa coherencia, trata, en la medida en que puedas, de lograr un acercamiento entre tu realidad interior y la de tu exterior y observa cómo, al observarla a tu alrededor, te ayuda a avanzar.

 

Tu hogar está para ayudarte. Sincroniza tu verdad con la que él emite y la vida fluirá con mayor sencillez.

 

  1. Tarazona

 

15/03/2021

 

 

 

 

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