HOY ME PRESENTÉ ANTE EL MUNDO EN NAVIDAD

 

 

Nuestros hábitos han definido el modo en que nos presentamos ante la sociedad. Nuestra manera de caminar, la ropa que elegimos usar, la conducta que tenemos al comer y nuestras preferencias y gustos en distintos campos como los deportes y las artes, han determinado de qué forma nos introducimos al mundo.

 

Muchos tenemos un familiar en nuestro entorno que se toma más tiempo en el baño para prepararse, a alguien que no puede realizar la labor del día con ruido o que necesita almorzar temprano. Algunas personas llaman a estos hábitos “manías”. Sin embargo, estos son pequeños rituales que tenemos y han llegado a definirnos. Algunos resultan más positivos que otros por los efectos que causan en nuestra vida. Podemos identificarlos únicamente planteándonos una pregunta: ¿Qué necesito hacer para sentirme cómodo hoy? La respuesta debería ser en realidad: Nada de lo que he hecho siempre, es decir, asumir nuevas conductas que me resulten positivas para una mejor convivencia con los demás es imperativo. Alcanzar estabilidad emocional por medio de comportamientos favorables es un procedimiento arduo, pero puede manifestarse con mayor facilidad a medida que avanza el tiempo.

 

La Navidad es la celebración del nacimiento de Jesús y, por su espíritu propio, nos inclinamos por un nuevo comienzo, por una reinvención particular. Todos hemos escuchado decir que las personas jamás cambian, o que sus maneras son inadecuadas y que conocemos todo sobre ellos. No es cierto. Nunca conocemos enteramente a alguien. Quienes deseen reintroducirse por medio de nuevas conductas y un cambio de mentalidad, pueden conseguirlo; y la Navidad es un espacio idóneo para realizarlo. Es un día especial de familia y de congregaciones de amistad. Por ello, resulta propicio como ámbito para plantearnos un mejor comienzo y consignar los problemas acumulados del año al olvido.

 

Este artículo es una invitación para quienes se han sentido frustrados y contrariados durante este año, a dejarlos en los casilleros del estadio y salir a la cancha con una nueva actitud. Y esto resulta posible porque nadie los conoce, nadie puede decirles quiénes son ustedes y qué no pueden hacer. No hay nada que no puedan hacer, el ser humano ha sobrevivido a incontables calamidades durante su tiempo en el mundo, y aún está aquí presente.

 

Ahora, en la actualidad que nos promete mayor comunicación y alcance de información por la globalización, nos damos a veces con la tremenda sorpresa de estar más solos que nunca. Involucrarnos realmente con las personas y reintroducirnos no se encuentra al alcance de una llamada o un mensaje de texto, sino de salir y actuar. Tenemos que anhelar y buscar un nuevo inicio. Las festividades como la Navidad celebran precisamente eso: La oportunidad de comenzar otra vez. Y no es necesario esperar a celebrar nuestro cumpleaños o el año nuevo para darnos un aire fresco de regeneración. Sin embargo, estas ocasiones existen para motivarnos a hacerlo. La Navidad es el presente, y aquello que acontece ahora es totalmente nuestro. Con este pensamiento, invitamos a todo aquel que lo desee, a salir, conocer, hacer, a presentarse de un nuevo modo y sentirse bien al respecto.

 

Todos sobrevivimos a diario de alguna manera, y cuando terminen de leer estas palabras, es probable que olviden las explicaciones puntuales. Para ciertas personas, sin embargo, será motivo de levantarse temprano y observarse en el espejo. ¿Por qué me miro al espejo hoy día? Se preguntarán muchos. Me veo al espejo porque, este día de Navidad, estoy aún aquí, y porque hay muchas personas afuera preparadas para recordarme lo especial que soy para ellas, se responderán otros, listos para presentarse ante el mundo en Navidad.

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