ENTRAR EN CONTACTO CON EL REINO DE LA NATURALEZA VIVA

 

 

Cuantos más éxitos tengan los humanos en la materia, mayor es la vigilancia que deben mostrar para no dejarse fascinar y engullir por ella. Pero todavía eso no lo han comprendido. Mientras imaginan que la dominan, es ella la que los paraliza, los engulle; y también es a causa de ella que los humanos permiten que se desarrollen en sí mismos los malos instintos: la codicia, la dureza, la agresividad.

 

Yo os he dicho que para los habitantes de otros mundos, los humanos son un tema de gran curiosidad; y sucede, a veces, que los ángeles, también intrigados por estos seres extraños que juegan a arañarse y a morderse, descienden para hacer un viaje por la Tierra. Incrédulos, los tocan un poco y exclaman: “¡Qué duros son! ¡No sienten nada, y creen ser los amos del mundo!” Entonces, los pesan y los miden para decidir en cuál parque zoológico habrá que encerrarlos. Porque será necesario encerrarlos bien, puesto que invaden la Tierra creando por todas partes situaciones catastróficas.

 

Yo no he asistido a los consejos que celebran los Ángeles, pero me imagino que ellos actuarán, respecto a los humanos, de la misma forma como los humanos se comportan con las fieras. Pondrán a esos “animales peligrosos” en parques para mostrarlos a los hijos de la futura humanidad. En las jaulas pondrán letreros donde se describirán su vida y su comportamiento pasados, y no se rían de todo esto. También puede ser que un día desaparezca cualquier rastro de los seres humanos en la Tierra y que terminen desapareciendo como desaparecieron los dinosaurios. Porque se comportan como dinosaurios.

 

Por supuesto, es imposible saber cuál será el futuro de los humanos en la Tierra; esto depende de ellos. Han sido enviados a este mundo como a un jardín inmenso que deben cultivar y embellecer en vez de saquear y arrasar como lo están haciendo actualmente. Y solo sabrán cómo cultivar y embellecer este jardín si conservan un vínculo con el Cielo, el cual los inspirará y les mostrará cómo deben actuar y trabajar.

 

La Inteligencia cósmica no nos ha enviado a la Tierra para que una vez llegados a ella solo deseemos dejarla, incluso si es únicamente con el pensamiento. Nos ha construido para vivir aquí, en la materia, proporcionándonos los instrumentos; es decir, las facultades espirituales necesarias para beneficiarnos sabia y armoniosamente con todas sus riquezas. Por lo tanto, siempre hay que encontrar un equilibrio entre lo material y lo espiritual; no olviden esto nunca. Para la salud física y psíquica es tan nocivo abandonar la Tierra por el Cielo como lo es abandonar el Cielo por la Tierra.

 

Algunos, con la excusa de rezar y meditar, corren el peligro de abandonarse a la pereza o incluso a la confusión mental, porque llegan a no distinguir lo real de lo imaginario. Es preciso evitar ésto a toda costa. Incluso los éxtasis, que son los estados más deseables para un místico, arruinan la salud si no se viven con moderación, prudencia y sabiduría. Se dice que Dios es un fuego devorador, y el cuerpo físico no está construido para que pueda soportar este fuego durante mucho tiempo.

 

Para que la creación se vuelva elocuente, viva y llena de sentido, es necesario aprender su lenguaje. Toda nuestra existencia debe tender hacia este objetivo: entrar en comunicación con un mundo abierto y sus habitantes. Hay habitantes en todas partes: en el agua, en el aire, en la tierra, en el fuego, en las montañas, en los árboles, en el Sol, en las estrellas… ¡en todas partes! Y nos saludan, nos hacen señales, pero ¿quién los ve…? ¿Y quién ve que la naturaleza es una sustancia luminosa atravesada por unos rayos cuya belleza y cuyos colores ninguna lengua puede describir?

 

Para que estos habitantes los acepten, para que los socorran y los sostengan, prepárense a entrar en ese inmenso mundo con su atención, con su comprensión y con su amor. Ya viven en él y ya caminan por él, pero todavía deben abrirlo a su conciencia, deben correr el velo que les impide verlo.

 

Si los humanos se obstinan en cerrar los ojos a este mundo sutil, la verdadera poesía, la verdadera belleza…abandonarán la Tierra. Y ¿qué es lo que las va a reemplazar? Solo se verán hospitales, cementerios, cárceles y un inmenso parque zoológico donde los animales serán guardianes de otros animales. ¡Y qué animales! No existe arte más verdadero que el que encuentra su inspiración arriba, en el mundo espiritual.

 

Tener un alto ideal, el más alto ideal posible, es el único medio para entrar en contacto con el reino de la naturaleza viva. Este alto ideal es necesariamente inaccesible, pero necesitamos un objetivo que se sitúe en el infinito para que, en los caminos que seguimos con el fin de acercarnos a él, se formen lazos entre nosotros y el universo entero. Y en esos caminos de la eternidad pasaremos por todas las estaciones: la abundancia, la riqueza, la alegría, la luz y el verdadero amor.

 

 

 

 

Extraído del libro “Hacia las fuentes inalterables de la alegría”

Autor: Omraam Mikhaël Aïvanhov

Editado por Bien de Salud

con la autorización de Editorial Prosveta www.prosveta.com

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