ANÉCDOTAS DE UN ROTARIO SOBRE LA SUTILEZA CON LA QUE SE DEBE “DAR” Y “PEDIR”

 

 

¿Qué es Rotary y qué significa ser rotario? Rotary significa “girar” o “rotar”, y viene del concepto de la rueda que gira, porque desde sus inicios, las reuniones de amigos se hacían rotando en diferentes lugares, lo que conllevaba a un permanente cambio.

 

Ese cambio ha persistido durante toda su existencia, alineado con todas las circunstancias de la vida que cambian y de las personas cambiantes también; sin embargo, Rotary ha demostrado que existe en lo básico algo que no cambia, y que es su esencia, contenida en sus valores y principios universales, y que están vigentes aún con el transcurso del tiempo. Es que Rotary está intrínsecamente vinculado al ser humano y éste es igual en lo básico, cualquiera sea su lugar de nacimiento, su cultura, su género, su ciencia, arte o religión.

 

Uno de sus principales atractivos radica en las relaciones que se van creando al realizarse múltiples actividades con un propósito útil, necesario o importante, que van creando vínculos de afecto, que a la larga resultan para toda la vida. 

 

Todos los rotarios tenemos por experiencia propia múltiples anécdotas y situaciones vividas que permanecen en el recuerdo, muchas agradables y otras no tanto, dependiendo de la actitud con que fueron afrontadas. 

 

Recuerdo cuando al admitirme como socio del Club, me impusieron la insignia de la rueda rotaria por quien fue mi madrina; y la lectura de la invocación para recibir a un nuevo rotario, sus palabras, el sentimiento de amistad y de contento entre todos, fueron inolvidables. 

 

También recuerdo cuando en una de nuestras reuniones semanales de mediodía, me encomendaron la tarea de vender 10 entradas para una reunión festiva que tendríamos para recaudar fondos. Recibí con cierto temor ese compromiso, pues como novel rotario, nunca había visitado otro Club e iría solo y no sabía si cumpliría ese encargo. 

 

Asistí al club asignado, presentándome al macero diciéndole el motivo de mi visita; pero cuando me presentaron y dijeron el motivo, ante un grupo de más de 20 personas por mí todas desconocidas, uno de los asistentes tomó la palabra y dijo algo así: “Bueno, acá solo vienen los rotarios de otros Clubes con la única finalidad de vender sus tarjetas”. Sus palabras resonaron en mí como una protesta y me produjeron el deseo de querer hundirme en mi propio asiento y desaparecer. Me dieron la palabra y solo atiné a decirles: “Bueno, la verdad es que no he venido a vender las entradas, solo he venido a obsequiar dos de ellas, para que por lo menos dos de ustedes asistan, lo que para nosotros será un gran honor”. Me acerqué al secretario y le di las tarjetas. Para mi sorpresa al finalizar la reunión, todas las entradas habían sido compradas, por lo que me retiré contento. Por cierto, la persona que había protestado se despidió de mí con agrado y en lo adelante tuvimos una relación muy cordial. 

 

En otra ocasión invitaron a mi esposa como integrante del Comité de Cónyuges de mi Club a la casa de unos rotarios, donde habría una merienda. La finalidad era que cada invitado llevara alimentos, para crear un buen mercado a ser donado. El Comité de Cónyuges en Rotary se llamaba inicialmente “Comité de Damas”, cuando ROTARY era solo reuniones de caballeros; pero luego se adoptó el término de “Comité de Cónyuges” y hoy es el “Comité de Apoyo”. En esa ocasión mi esposa hizo un mercado como el solicitado, para contribuir con la causa, preguntando si se requería otra contribución mayor. Le hicieron ver que no y con esas cosas y un buen postre, se presentó a la reunión. La casa estaba llena y el ambiente de lo mejor, y al mediodía hubo un almuerzo que ella no esperaba. Una vez terminado el mismo, una rotaria que fue muy querida nuestra, se le presentó al grupo donde conversaban y les preguntó: “¿Qué les pareció el almuerzo?” a lo que todas respondieron que estuvo muy, muy rico. Entonces les dijo: “Bueno, pónganse la mano en el corazón y digan: “¿Cuánto pagarían ustedes en la calle por él?” Todas quedaron pasmadas; no sabían qué responder, al tiempo que les pasaban una cestica para sus contribuciones. Ellas no estaban preparadas y tuvieron que obtener el apoyo de otras, pues, al ponerse las manos en el corazón, también debían ponerlas en sus carteras. 

 

Esa experiencia permitió comprender la sutileza con la que se debe pedir y también con la que se debe dar; y el aprendizaje que conlleva, es que como seres humanos tenemos visiones distintas, que nos obligan a ampliar nuestros horizontes y es necesario aceptarnos como somos, con nuestras virtudes y defectos, pero donde debe predominar el afán de ser cada vez mejores. 

 

¡Eso es Rotary, una escuela donde se aprende de otro, con una óptica variada! 

 


Autor: Pedro J. Ramírez Perdomo
 Abogado y Rotario
 Rotary Club Baruta-Las Mercedes, Venezuela
Texto extraído de la emisión de radio en: 
www.radiocomunidad.com

 

¡Esperamos que esta información les haya sido útil!

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15/03/2023

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