COMPRENDIENDO LA ACCIÓN LAXANTE DEL MAGNESIO

 

 

El magnesio se absorbe, siempre, de forma iónica Mg++, es decir, libre; y el paso a través de la pared intestinal está condicionado por la necesidad de unos transportadores, que son unas moléculas proteicas con una estructura especial, insertas en el intestino, que permiten el traslado de iones desde la luz del duodeno a la sangre.  En consecuencia, si se administra por vía oral, no se llega a una hipermagnesemia, ya que no es posible una absorción excesiva, aunque se tomen grandes cantidades (se han hecho pruebas hasta con 50g de cloruro de magnesio en cada toma y no se han encontrado hipermagnesemias).

 

Pero ¿qué pasa con todo el que se ha ingerido y no puede atravesar el intestino y llegar a la sangre? Los iones Mg++ que quedan en el interior intestinal rodeados de muchas moléculas de agua son expulsados con las heces, siendo éstas más acuosas y resultando en consecuencia una acción laxante.

En cambio, cuando este elemento se administra por vía parental, como en casos de infarto o de eclampsia, hay que tener en cuenta su acción relajante muscular antagónica a la del calcio, ya que en ese caso todo el magnesio administrado va a la sangre.

Normalmente, solo se absorbe la mitad del que se ingiere con los alimentos en forma de complemento dietético, en el mejor de los casos, ya que no está en contacto total con la pared del intestino, y además, al parecer, se establece una competencia por las moléculas transportadoras con los iones K+ (potasio) y Ca++ (calcio).

Esta cualidad de “laxante osmótico” de los iones de magnesio es aprovechada por muchas personas, que, por haber tenido problemas en el recto, lo añaden a su dieta para conseguir unas heces más acuosas y, en consecuencia, más fáciles de evacuar.

Hay enfermos con diarreas de tipo infeccioso que dejan de tomarlo hasta que se curan, lo cual no los beneficia, pues el magnesio interviene en la formación de anticuerpos, en la reparación de todos los tejidos y, por consiguiente, en la recuperación de la pared intestinal.

En el número correspondiente a los meses de abril-mayo de 1988 de la revista Magnesium (Ed. Karger), Leo Galland explica en un trabajo, acerca de la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, que las necesidades por vía oral de magnesio pueden llegar a los 700mg/día, dependiendo de la gravedad de la mala absorción.  Según este trabajo, las consecuencias clínicas de la deficiencia de este elemento, en las enfermedades intestinales son: fatiga muscular, depresión mental, urolitiasis, trastornos de la motilidad intestinal, problemas en la reparación de los tejidos, calambres, crisis de tetania, arritmias cardiacas, etc., es decir, los trastornos típicos que ya conocemos desde hace años los que estudiamos este tema.

 

Fuente de consulta e información:

“Contestando a sus preguntas sobre el magnesio”, Dra. Ana María Lajusticia. Edit. EDAF

 

30/03/2022

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