¿NUBES O RÍOS VOLADORES?

 

 

 

 

 

Por: Nicoletta Zucconi*

 

Ilustración de Aneka Zucconi

 

Los grandes árboles amazónicos no solo capturan CO2 y nos brindan oxígeno para poder vivir, también actúan como gigantescas bombas que absorben el agua del subsuelo y la llevan hasta la atmosfera.

 

Pero, ¿cómo sucede esto?

Gracias a la transpiración en las hojas de los árboles, el agua del suelo recogida por sus raíces, es transportada hacia el cielo. Toda está humedad generada se une con la evaporación del océano Atlántico. Y así se forma el (lamentablemente no conocido) “río volador”, un gran flujo de humedad atmosférica que puede transportar más agua que el propio río Amazonas. Y este impresionante proceso lo realizan los más de 300 mil millones de árboles que existen en la Amazonía, cada uno de ellos con la capacidad de enviar a la atmósfera aproximadamente 1000 litros de agua al día.

 

Ahora, ¿por dónde va esté río?

Sobrevuela a velocidades increíbles el bosque amazónico hasta llegar a la Cordillera de los Andes, contra la cual choca y, de esa manera, alimenta sus nevados y glaciares. Así se genera el deshielo que luego forma los ríos y valles de la costa del pacífico. Esto quiere decir que, gracias a los ríos voladores, existen las reservas de agua de las que nos beneficiamos los que vivimos en la costa sudamericana.

 

Después, continuando con su camino hacia el sur, genera lluvias sobre algunas partes del territorio de Brasil, Uruguay, Paraguay y el norte de Argentina.

 

Ahora que ya sabemos cómo se genera todo este proceso, deberíamos agradecer al río volador por hacer posible la producción agrícola y la vida de millones de personas en Latinoamérica, pues todo aquello se sustenta gracias a él.

 

Sin embargo, queda una gran duda: ¿cómo puede ser tan poco conocido este río volador prácticamente indispensable para nosotros?, ¿y además tan maltratado? Porque aunque como seres humanos no podamos manipular las nubes ni la humedad que vuela libre por el cielo amazónico (aunque no estamos lejos de hacerlo), sí podemos (y estamos) deforestando nuestros bosques, los cuales albergan a los principales generadores de este río volador: los árboles.

 

Siempre hemos escuchado que la selva es “el pulmón del mundo”, pues nos provee del oxígeno que necesitamos para respirar. ¿Pero no es el río volador una arteria por la cual corre la sangre que necesita la Tierra?, ¿el agua indispensable para todo ser vivo? La Amazonía que aún tenemos no solo son un par de pulmones, sino que, sabiendo lo explicado líneas arriba, deberíamos considerarla el corazón de nuestro planeta.

 

*NOTA EDITORIAL: Nicoletta Zucconi (17) es voluntaria del equipo de ARBIO, colabora en la redacción y edición de artículos para el blog, realiza publicaciones en las redes sociales; además, edita vídeos y fotografías de la naturaleza. Ella visitó el bosque que protege la organización en Madre de Dios (www.arbioperu.org) a los 12 años y quedó fascinada con el lugar y todo lo que la selva significa para el bienestar del planeta y de todos los seres que lo habitamos.

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