CIUDADES VERDES

 

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Las áreas verdes y el arbolado de las calles no cumplen una función meramente ambiental y ornamental, sino también psicológica. Los niveles de conflictividad, estrés y depresión que pueden padecer los ciudadanos son inversamente proporcionales a la intensidad del verde que disfrutan. De allí la importancia de mantener parques bien gestionados, que actúen como válvula de descongestión y renovación del recargado ambiente urbano.

 

El aspecto de las calles y plazas de nuestras ciudades dice mucho de los ciudadanos que la habitan. La estructura viaria de las grandes urbes deja pocos espacios a la naturaleza, ya que el tránsito de vehículos y peatones obliga a destinar la mayor parte de la superficie urbana al trazado de calzadas y aceras. Sin embargo, cada vez son más las municipalidades que han decidido crear nuevos espacios verdes en lugares destinados a otros usos.

 

Pero además de las medidas municipales para hacer nuestras ciudades mucho más saludables, los ciudadanos podemos hacer mucho por recuperar y mantener la naturaleza que nos rodea.

 

Los árboles de nuestra calle son patrimonio natural de toda la comunidad de vecinos. Al igual que las plantas, necesarios para mantener un ambiente mucho más limpio.

 

Las plantas urbanas, además de cubrir la rígida estructura que marcan los bloques y las avenidas, contribuyen a mejorar el ambiente: regeneran el aire, retienen las partículas de polvo en suspensión y atraen a los pájaros, que a su vez ayudan a controlar las plagas de insectos que se han adaptado perfectamente al medio urbano.

 

Con la llegada del calor, las arboledas urbanas son muy benéficas para todos. Una calle con árboles puede mantener la temperatura de dos a tres grados por debajo de otra que no los tiene.

 

La importancia del arbolado urbano implica una responsabilidad común en su cuidado. En algunos barrios hay iniciativas para su mantenimiento que parten de los propios vecinos. En algunos lugares, por ejemplo, los propietarios de las casas se hacen responsables de tramos de la calle y cada casa se ocupa de un árbol. Además, los vecinos cultivan plantas en los espacios libres de las aceras y en las terrazas o jardines comunitarios. Todo ello contribuye a hacer más saludable el aspecto de las calles y mejora la calidad de vida.

 

 

 

 

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