¿QUÉ ES LA ENFERMEDAD?

 

 

El médico G. Rosen afirmó: “La enfermedad es un proceso biológico más viejo que el hombre; tan viejo como la vida misma, ya que es un atributo vital. Un organismo vivo es una entidad frágil en un medio ambiente de flujos y cambios constantes, en el cual la salud y la enfer-medad son dos circunstancias inseparables que afectan al organismo entero. La salud y la enfermedad son, simplemente, manifestaciones de los cambios de relación entre los diversos componentes del patrimonio humano, y de la relación entre el organismo y su medioambiente externo”.

 

Las diferencias comentadas a continuación no son suficientes para inco-modar a un mecanicista o ponerlo en contradicción con los principios básicos del naturismo. Lo que quizás incomoda más y separa a estas filosofías es el concepto mismo de enfermedad.

 

Según el vitalismo, la enfermedad no tiene una causa mórbida, sino que es el resultado de la respuesta intrínseca del organismo que trata de defenderse e inicia los procesos de autorreparación corporal. Los síntomas no son enfermedades que deban combatirse, sino mecanismos que conviene respetar en la medida de lo posible. La enfermedad se considera, pues, el esfuerzo orgánico por sanar. En principio, esto tiene sentido cuando nos referimos a signos y síntomas benignos (fiebre, alergias, procesos inflamatorios, diarreas), aunque plantea serias dudas cuando nos encontramos con signos y síntomas mucho más complejos que incluso pueden llegar a atentar contra la propia integridad vital.

 

Sin embargo, en ciertos casos esta actitud ha llegado al nihilismo terapéutico, del cual es exponente la antigua máxima naturista que dice: “El arte de la medicina consiste en entretener al enfermo mientras la naturaleza ejerce su actividad curativa espontáneamente”.

 

Por su parte, el mecanicismo interpreta los signos y síntomas como resultantes de un proceso agresivo o destructivo que acontece en nuestro organismo. El ataque debe neutralizarse manipulando el mecanismo patológico. Por ello, muchos vitalistas consideran el tratamiento alopático como supresivo, ya que por regla general actúa en sentido contrario a los esfuerzos del organismo.

 

A diferencia del mecanicismo, el vitalismo trata de incrementar la resistencia inespecífica y fortalecer los tejidos, lo cual no quiere decir que los vitalistas estén en contra de eliminar los síntomas. Más bien, han de desaparecer mediante un mecanismo espontáneo, natural, conforme se incrementa la resistencia orgánica. La importancia de esta actitud reside en considerar que para que la enfermedad se produzca hacen falta dos factores como mínimo: el agente morbífico y la predisposición orgánica entendida como susceptibilidad especial o reducción de las defensas.

 

Podríamos poner el ejemplo del cáncer. Mientras que en la medicina ortodoxa se lo contempla como algo aislado que debe extirparse y eliminarse a toda costa, en la filosofía naturista la existencia de células cancerosas se considera una disrupción del proceso de homeóstasis, que podría haberse modificado por cambios en los hábitos higiénicos y dietéticos. La administración sanitaria invertirá millones de dólares en alta tecnología, mientras que el naturista actuará principalmente sobre los sistemas de control de esta enfermedad, incluso en los estados presintomatológicos, en una medicina preventiva y de promoción de la salud.

 

El naturismo contempla la enfermedad como algo más que la simple ausencia de salud. Salud y enfermedad no trazan una frontera claramente definida y su espectro comprende desde la salud absoluta hasta la muerte, en un estado cíclico constante. En contraste, para el método cartesiano de la medicina mecanicista la enfermedad existe o no, sin circunstancias intermedias.

 

La alternancia cíclica de salud y enfermedad

El hombre, como todas las criaturas que pueblan el planeta y todas las estructuras del cosmos, está sometido a las leyes cíclicas que rigen el universo.

 

 

Se puede considerar un ciclo a toda sucesión de estados fisiológicos que se dan alternativamente hasta llegar de nuevo al estado inicial.

 

Es notoria la influencia cíclica en nuestra vida: podemos observar el ciclo del día y la noche, las estaciones, el ciclo menstrual de la mujer (estrechamente ligado al ciclo lunar). Como afirma el doctor Eduardo Alfonso, hay muchos otros ciclos que ejercen influencias más sutiles en el organismo humano.

 

La salud y la enfermedad constituyen dos polos opuestos del ciclo de la energía humana. Para que haya salud es necesario padecer de vez en cuando una enfermedad de las denominadas depurativas, por ejemplo, las anginas, eczemas, diarreas y poliurias.

 

Todos hemos observado que en alguna ocasión, después de sufrir una de estas enfermedades y pasado el período de convalecencia, nos sentimos mejor que antes. En efecto, cuando el organismo logra el estado de salud óptimo y la energía vital suficiente, en el caso de que exista una toxemia, prepara una crisis depurativa para alcanzar el siguiente ciclo en un estado de salud más elevado.

 

Las crisis curativas

El problema de las crisis curativas suscita aún hoy fuertes controversias. No obstante, a pesar de que muchos médicos partidarios de la medicina alopática convencional niegan que puedan ser beneficiosas para el paciente, las evidencias nos llevan a plantear la posibilidad de que se conviertan en una fase más del proceso de curación.

 

Cuando el cuerpo está muy vigoroso y las noxas mórbidas (se denomina noxa a cualquier elemento del medioambiente que actúa sobre el organismo afectando su salud) son de escasa relevancia, el cuerpo es capaz de mantener el estado de equilibrio sin presentar ningún síntoma anormal. Se trata quizás del proceso de homeostasis más común en todos los seres vivos y se engloba dentro de los múltiples procesos de eliminación que acontecen cada día.

 

Sin embargo, es muy frecuente que el organismo reaccione y produzca esporádicamente una crisis curativa (gripe, diarrea insignificante). Una crisis curativa aguda, limitada en el tiempo, suele darse cuando el agente morbífico (que contiene el germen de una enfermedad o la produce) y la susceptibilidad individual cobran la suficiente potencia como para producir una determinada sintomatología.

 

TIPOS DE CRISIS CURATIVAS

 

Reacción Descripción

Aguda, asintomática El organismo se defiende con facilidad

 

Crisis curativa El agente mórbido es relativamente potente y el cuerpo se defiende con síntomas

Vigorosa, pero inútil El agente mórbido es más fuerte que el organismo, sobreviene la muerte si no se interviene

 

Crónica, poco sintomática Crisis curativa débil pero adecuada para mantener la homeostasis, degeneración progresiva

 

En algunos casos, la potencia del agente mórbido y la susceptibilidad individual son tales que las crisis de curación resultan muy vigorosas y pueden afectar incluso la integridad del paciente. Esto sucedería, por ejemplo, en los desenlaces fatales de casos de meningitis o de cólera, enfermedades agudas normalmente graves.

 

Por regla general, el organismo mantiene un estado intermedio a fin de no comprometer la propia existencia, que consiste en acantonar el problema y presentar sintomatología solo esporádicamente. Según el vitalismo, la supresión de enfermedades agudas o crisis curativas en general fuerza al organismo hacia este estado de reacción.

 

Una de las finalidades de los tratamientos naturistas es estimular la reacción orgánica, dentro de las posibilidades de cada individuo. En las enfermedades crónicas, salir del estado de estancamiento orgánico se logrará mediante una agravación de carácter benéfico. Este concepto de la agravación sintomática es uno de los pilares básicos de la doctrina homeopática.

 

Sin embargo, sería infantil afirmar que cualquier enfermedad es reversible y que el organismo, por sí solo, es capaz de reencontrar el estado de equilibrio original en cualquier situación. Por ello, la filosofía vitalista también acepta la intervención terapéutica, incluso la supresiva.

 

Con la intervención mecanicista, al suprimir los síntomas morbosos el organismo reacciona cada vez de forma menos eficaz y las sustancias tóxicas que deberían aflorar a la epidermis se mantienen en el interior. La repetición del proceso supresivo ocasiona a la larga un mayor número de procesos morbosos y el problema suele agravarse a medida que se reitera el tratamiento.

 

En otras ocasiones, el proceso morboso es resultado de una agresión externa que provoca una lesión en los tejidos. Ejemplos de ello podrían ser las metástasis tumorales, la disnea producida por un enfisema o cualquier traumatismo o herida.

 

Desde un punto de vista vitalista, estos síntomas son expresiones negativas de una agresión y representan el esfuerzo autocurativo del organismo. El dolor, por ejemplo, indica el grado de lesión tisular. En estas circunstancias pueden ser muy útiles las intervenciones de la medicina ortodoxa, que eliminan o atenúan las consecuencias de la agresión orgánica.

 

Quizás el principal desafío es saber diferenciar un signo benigno, positivo, recuperador para el organismo, de una sintomatología de respuesta o defensa que debe ser detenida para evitar males mayores.

 

Crisis curativas y crisis destructivas

La misión del médico naturista consiste en saber distinguir entre una crisis curativa y una crisis destructiva.

 

La crisis curativa es un esfuerzo del organismo por eliminar una serie de productos de desecho mediante la canalización de la energía vital. El cuerpo se dedica exclusivamente a la curación y depuración.

 

Una crisis destructiva es el esfuerzo desesperado del cuerpo por defenderse de una agresión y sobreviene si no dispone de suficiente energía vital para afrontar una situación de emergencia.

 

Muchas veces -por no decir todas- el objeto del tratamiento naturista es provocar crisis curativas. Lo que se pretende conseguir es que el cuerpo recupere en grado máximo la energía vital perdida. Cuando recupera fuerzas y sale del estado de abotargamiento al que estaba sometido, suele sobrevenir una crisis depurativa. Esta es la razón por la que muchos se desaniman y creen que el tratamiento ha fracasado, cuando ocurre justamente lo contrario.

 

Sin embargo, una crisis curativa ha de ser canalizada correctamente. Hay personas que, debido a su escasa energía vital (consumida por una alimentación deficiente de muchos años, enfermedades crónicas y otras dolencias), no pueden soportar una crisis curativa con todas las de la ley. En estos casos se impone un tratamiento depurativo muy moderado para que el cuerpo elimine la toxemia poco a poco y en la medida de sus posibilidades.

 

Promoción de la salud y prevención de la enfermedad

El criterio de prevención de la medicina naturista difiere del de la ortodoxa, q ue suele confundir la prevención con la detección precoz de las enfermedades o sus factores de riesgo.

 

Por lo general, el naturismo tiene una predilección especial por la prevención primaria, con el uso de agentes relativamente atóxicos. La medicina naturista enfoca dicha prevención hacia la modificación de hábitos de riesgo, la suplementación nutricional y la protección del medioambiente.

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