MASAJES: Ventajas y precauciones

 

 

Los cuidados que se deben tener durante una terapia de masajes no se circunscriben únicamente al masajista, sino tienen que ser observados también por el paciente. Reconocer síntomas corporales y sensaciones físicas es sustancial para proveer una guía sobre los malestares que nos asedian. Por ello, es necesario destacar un grupo importante de contraindicaciones que debemos considerar al tomar la decisión de recibir un masaje.

 

Lo acertado sería, para alguien con problemas arteriales y enfermedades en las extremidades inferiores, efectuar masajes en la zona cervical, como también en el músculo trapecio y los brazos. Sin embargo, en caso de un edema, la aplicación en zonas inferiores puede provocar un perjuicio mayor en el paciente. Este es un ejemplo de la cooperación necesaria entre el masajista y el paciente para conseguir un resultado favorable.

 

Es recomendable la asistencia y consulta médica previas para comprobar el grado de necesidad de un masaje, así como las zonas específicas donde se debe aplicar.

 

Otro ejemplo evidente se presenta en el embarazo. Aplicar masajes en las áreas de las vértebras lumbares, el tórax y el vientre es altamente riesgoso y perjudicial. Lo recomendado es que, luego de una prescripción médica, se aplique el masaje en posición sentada y con técnicas de contacto suave y siempre estar atentos ante cualquier manifestación de dolor.

 

El caso de las operaciones quirúrgicas es otro elemento a considerar. Después de cualquier cirugía se recomienda esperar seis meses antes de la aplicación de diferentes masajes.

 

La siguiente es una lista de aquellas dolencias y enfermedades que pueden tratarse por medio de una terapia de masajes, siempre con precaución y atención, así como con la debida supervisión y recomendación médica:

 

- Enfermedades vasculares inflamatorias y retenciones circulatorias de alto grado.

 

- Embolia arterial y trombosis, hipertensión arterial y taquicardia.

 

- Venas varicosas inflamadas.

 

- Hemorragias recientes, hematomas, esguinces, edemas, contusiones, desgarros de tendón, derrames, heridas sin cicatriz.

 

- Estados febriles, úlceras gástricas, enfermedades agudas.

 

- Fibrosis.

 

- Enfermedades musculares degenerativas.

 

- Enfermedades metabólicas.

 

- Enfermedades reumáticas.

 

- Enfermedades infecciosas y tumorales.

 

- Problemas renales, cálculos de riñón.

 

- Inflamaciones bacterianas.

 

- Rotura y desgarro de tendones, ligamentos y músculos.

 

- Lesiones de vías piramidales y traumatismos (sistema nervioso).

 

Es importante reconocer el proceso de mejora producido por el masaje. Los resultados pueden, en muchos casos, determinar el grado de alivio en la dolencia que presenta el paciente. Asimismo, cualquier malestar posterior al tratamiento puede indicar la posibilidad de que el masaje se encuentre contraindicado.

 

Ante esta situación, el diagnóstico médico puede variar, y el tratamiento adecuado debe reevaluarse. Siempre lo más recomendable es conseguir una segunda opinión, y también tener en cuenta la importancia que puede significar el impacto de un masaje sobre nuestro bienestar físico.

 

Como cualquier práctica médica para tratar enfermedades, la terapia de masajes es un procedimiento al que debemos aproximarnos con cautela y las debidas recomendaciones médicas.

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