LAS ZONAS INEXPLORADAS DEL CEREBRO

 

 

Los mitos del organismo se extienden no solo por los mecanismos irregulares o insólitos que nuestros órganos son capaces de poner en práctica. También existen teorías, propuestas y suposiciones que tienden a observar partes, sistemas o zonas hasta el momento desconocidas y sin explicación científica.

 

La existencia de zonas en el organismo que trascienden las barreras del conocimiento, tanto popular como científico, se ha categorizado por el momento como un tema propio de los mitos.

 

Sin embargo, es conocido el porcentaje de utilidad que ciertas zonas del organismo emplean para nuestro constante desarrollo. Uno de los órganos con el menor porcentaje de rendimiento es el cerebro humano. En efecto, se considera normalmente que emplea solo un 10% de su potencial.

 

Entonces, la incógnita que prevalece es la siguiente: ¿Dónde queda el resto de la capacidad? ¿Es empleada de alguna manera? ¿O nuestro cerebro es un órgano sentiente (capaz de sentir) que reconoce el alcance de nuestras facultades intelectuales y orgánicas para adaptarlas a nuestras necesidades?

 

Si bien este artículo no propone una respuesta definitiva a las preguntas planteadas, ofrece una manera interesante y distinta de observar las posibilidades de nuestro cerebro, así como alimentar la curiosidad y el interés por conocerlo un poco más en profundidad.

 

¿Dónde nacen los mitos del cerebro?

Las culturas de antaño, particularmente la egipcia, cultivaban un llamativo interés por el desarrollo del cerebro y las formas del cráneo humano, y sus consideraciones se basaban tanto en una curiosidad científica como en suposiciones teológicas.

 

Con el tiempo, científicos en Alemania desarrollaron un nuevo interés por comprender las capacidades neuronales de nuestro cerebro.

 

Asimismo, les resultaba extraño que no todos fuesen capaces de emplear el cerebro en su máxima facultad intelectual, creativa y analítica.

 

Durante la década de 1930 se atribuyó al físico alemán Albert Einstein la repetida afirmación de que el ser humano utiliza solo un 10 por ciento de su capacidad cerebral. Sin embargo, como hemos mencionado, la necesidad de resolver el enigma del cerebro, así como las sospechas de su verdadero alcance, datan de siglos atrás.

 

El aporte del psicólogo estadounidense William James fue llevar las teorías de posibilidad mental e intelectual al sector de la atención pública. Pero sus estudios fueron enormemente incomprendidos, particularmente debido a sus declaraciones sobre el desarrollo cerebral. Para James, el cerebro alcanza potenciales que se ven reforzados a partir de ciertas disciplinas. Para Einstein, por el contrario, las disciplinas regulares del ser humano reducen la capacidad de desarrollo intelectual.

 

Es necesario señalar que ninguno considera el aumento del potencial cerebral como un prestigio o hazaña de celebración. Los rigores que la disciplina de educación neuronal implica, pueden ser perjudiciales para una vida psíquica saludable.

 

¿Hay personas capaces de dominar estas zonas desconocidas?

Hasta el momento, las capacidades de desempeño sobresaliente en las áreas de inteligencia se consideran como fuente única de estas zonas inexploradas del cerebro. Ello puede explicar por qué un número escaso de personas es capaz de realizar actividades y tareas con mucha mayor facilidad y eficacia que la mayoría. A estos pocos individuos se los ha referido con diversas denominaciones a través de la historia. En la actualidad, se les considera genios.

 

El mito del genio

Si bien una persona con genialidad para una o varias disciplinas es considerada como tal debido al alcance intelectual de sus talentos, la mayor fuente de sus capacidades se halla en la originalidad sin precedente que las caracteriza.

 

Los inventores de artefactos y mecanismos que trascienden las barreras del pensamiento y el comportamiento cotidiano son señalados como genios por la sociedad contemporánea.

 

Sin embargo, la experiencia nos enseña que esta categorización y consideración de habilidades es de alguna manera errada.

 

En la actualidad, se vincula mucho el papel de la inspiración al momento de ser creativos. Consideramos que una persona realiza una actividad con mayor facilidad y por ello es un genio. Nuestra categoría de genialidad viene acompañada por la noción de que un importante logro o un destacado desempeño no tienen otra justificación que la de una mente superior.

 

La creatividad es en realidad un mecanismo muy útil para conectar ideas. Por un tiempo consideramos una idea como una aparición positiva en la mente, pero no encontramos el modo de desarrollarla. ¿Vale la pena hacerlo? Si, vale la pena cultivarla. Porque acaso esa idea se encuentra inconclusa y requiere otra del pasado (aquí interviene el reconocimiento) o del futuro (aquí interviene la paciencia) para gestarse en su totalidad.

 

Entonces, aquello que se denomina genialidad no es nada más que una gran capacidad de reconocimiento y paciencia.

 

Es cierto que algunos la poseen con más facilidad que otros. Pero aquello no significa que la genialidad en un campo particular esté fuera del alcance de cualquiera. El verdadero inconveniente es reconocer nuestro campo de efectividad y, una vez identificado, encontrar modos propios para fortalecerlo.

 

El potencial cerebral de un genio es su capacidad inherente de controlar emociones, regular ansiedades y poder observar.

 

INTERESANTE:

Muchas personas creativas consideradas en el rango específico de mentes geniales eran excesivamente ansiosas y psiquiátricamente inestables.

 

Importante: saber identificar nuestros extremos.

 

¿Qué rol cumple la evolución para explicar la escasa actividad del cerebro humano?

De considerarse cierta la teoría del bajo porcentaje de uso de nuestra capacidad intelectual, la pregunta que deberíamos hacernos es por qué la naturaleza no ha contribuido con la evolución de nuestro cerebro.

 

Con el término evolución queremos señalar que resulta interesante el hecho de que un gran número de personas no hayamos desarrollado mayores capacidades.

 

Por el contrario, en nuestra actualidad virtual y acelerada parece incomprensible que el cerebro pueda desarrollarse evolutivamente en un panorama intelectual. El mundo no permite el espacio ni el tiempo para el pensamiento, la creación y la identidad personal.

 

INTERESANTE

El cerebro es un órgano pesado que carga alrededor del 2 o 3 por ciento de nuestro peso corporal. Asimismo, consume cantidades de oxígeno mayores al 25 por ciento de total corporal.

 

Si asumimos que en realidad solo desarrollamos el 10 por ciento de nuestra capacidad intelectual, el cerebro puede presentarse como un órgano de enormes demandas. Las capacidades de su completo potencial aún permanecen desconocidas.

 

¿Qué se está haciendo para comprender el desarrollo cerebral?

La neurociencia y neurocirugía continúan con investigaciones relacionadas al campo desconocido de nuestro componente cerebral. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones se centran en las consecuencias de daños externos para el funcionamiento emocional, cognitivo y conductual.

 

Hay teorías que rechazan las afirmaciones de una escasa actividad del cerebro. Esta idea parte de un fenómeno conocido como Plasticidad Neural Funcional.

 

¿Qué es la Plasticidad Neural Funcional?

Pertenece al crecimiento precoz de las áreas cognitivas en las personas. Particularmente se gesta durante períodos tempranos y evoluciona en el tiempo para desarrollarse en el siguiente proceso de saneamiento.

 

En caso de lesiones o traumatismos, áreas especiales del tejido cerebral que se mantienen inactivas proporcionan las neuronas necesarias para que el cerebro pueda continuar con el cumplimiento de sus funciones. Este proceso de ayuda a la colonización de zonas cerebrales propone que en el cerebro no existen áreas inactivas o aletargadas.

 

Quienes aún defienden las nociones de poco empleo de la capacidad cerebral sostienen que las zonas en cuestión no se encuentran inactivas, sino que funcionan sin conocerse aún sus mecanismos ni utilidades.

 

En resumen, podemos explicar la persistencia del mito del 10 por ciento porque con seguridad ha tenido algún tipo de influencia positiva en las personas, en tanto que pudo alentar la búsqueda de ese punto de excelencia que las sitúe por encima del porcentaje. Es posiblemente esta búsqueda, esta esperanza de poder ser mejores si despertamos la “parte dormida” de nuestro cerebro, lo que ha contribuido a que todavía se siga sosteniendo. Sin embargo, la realidad es todavía más estimulante: heredamos de nuestros antepasados el órgano más complejo que la naturaleza ha producido jamás. El reto es conocerlo adecuadamente, utilizar eficazmente esta herramienta que nos ayuda y nos define para conseguir lo que todos anhelamos: ser felices.

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