INSOMNIO EN EL ADULTO MAYOR Y SU IMPACTO EN LA CALIDAD DE VIDA

INSOMNIO EN EL ADULTO MAYOR

 

Dra. Caroline Malamud-Kessler

Neuróloga – Neurofisióloga clínica

CMP 44429

RNE. 22050 - 24382

 

Cada 18 de marzo se celebra el Día Mundial del Sueño; una iniciativa de la Asociación Mundial del Estudio del Sueño.

 

El sueño, con sus tres características principales: duración, continuidad y profundidad, cumple un rol fundamental para mantener nuestra calidad y esperanza de vida, además de una buena salud cardiovascular, neurológica y psiquiátrica. Si no fuera así, ¿por qué pasamos aproximadamente un tercio de nuestra vida durmiendo?

 

Los cambios en el estilo de vida, el aumento de consumo de tabaco y de alcohol, la disminución de la actividad física, el estrés, además de algunas condiciones socioeconómicas, han generado que en los últimos 50 años se disminuya en promedio 2 horas de nuestro sueño por noche. Por estas razones, en la actualidad el insomnio es considerado como un problema de salud pública a nivel mundial.

 

El insomnio –que se incrementa conforme se avanza en edad- es más frecuente en las mujeres de cualquier grupo etario, y más severo en los adultos mayores. A partir de la séptima década de la vida, y en pacientes adultos mayores hospitalizados por cualquier causa, el insomnio aumenta pues disminuye su funcionalidad.

 

Lamentablemente, muchas veces los trastornos de sueño no se detectan en los adultos mayores, lo que contribuye al inicio o empeoramiento de condiciones neurológicas como Párkinson y demencia, condiciones psiquiátricas como  depresión y ansiedad, condiciones médicas  como diabetes y enfermedades cardiovasculares. Hay que considerar además algunos factores de riesgo propios del adulto mayor, como el consumo de múltiples medicamentos y el alto riesgo de caídas. 

 

Aunque la arquitectura de sueño varía considerablemente en el adulto mayor, estos cambios no deben considerarse primariamente como la causa del insomnio. Por otro lado, las condiciones propias de esta edad, como por ejemplo, la muerte del cónyuge, problemas de salud, hospitalizaciones, horarios irregulares, exceso de siestas durante el día, podrían agravar considerablemente el insomnio en este grupo específico.

 

Pero, ¿qué es el insomnio?

Se define como la dificultad para iniciar o mantener el sueño; un sueño no reparador o de mala calidad que genera fatiga o malestar; deterioro de la memoria, concentración y atención; pobre desempeño social y profesional; cambios en el estado de ánimo; somnolencia diurna; disminución de la motivación, energía e iniciativa; tensión, dolor de cabeza o algunos síntomas gastrointestinales propios de la falta de sueño.

 

Ahora bien, existen algunas condiciones fisiológicas, como por ejemplo, la reducción de la exposición a la luz solar y las hospitalizaciones frecuentes, la institucionalización (en una casa de reposo), la disminución de la actividad física, que pueden precipitar o exacerbar la dificultad para iniciar o mantener el sueño.

 

Además, algunas situaciones médicas específicas, como enfermedades de las vías urinarias, del sistema cardiovascular, insuficiencia cardiaca o respiratoria, enfermedad renal crónica,  diabetes mellitus, la presencia de algún cáncer o el dolor, incrementan considerablemente la presencia de insomnio.

 

Por otro lado, el consumo de múltiples medicamentos y el alcohol pueden ser la causa de un insomnio secundario.

 

¿Cómo saber si un adulto mayor está sufriendo de insomnio?

La valoración del sueño es clínica y se realiza fundamentalmente mediante un cuestionario sencillo que compartimos con ustedes:

  1. ¿Tiene usted problemas para iniciar o mantener el sueño?
  2. ¿Se mantiene despierto por las noches?
  3. ¿Se siente activo durante el día?

Con estas tres preguntas simples, podemos valorar de forma inicial y subjetiva la calidad de sueño de un paciente. Posteriormente, el especialista evaluará la necesidad de aplicar algunos otros cuestionarios más extensos o la necesidad de un estudio más complejo como la polisomnografía.

 

Después de realizar el diagnóstico correcto de insomnio y manejar conjuntamente con un médico geriatra y un psicólogo las enfermedades asociadas que podrían estar causando el insomnio, se inicia el tratamiento inicial con medidas no farmacológicas (sin usar medicamentos), entre ellas, la más importante es la higiene del sueño. Entre las medidas de higiene de sueño podemos mencionar:

  • Mantener un horario de sueño regular.
  • Disminuir el número de siestas durante el día.
  • No cenar alimentos que contengan abundantes azúcares y proteínas e intentar cenar por lo menos dos horas antes de ir a la cama.
  • Mantener la habitación confortable, con poca luz, aislada de ruidos y con una temperatura adecuada (no muy caliente).
  • Evitar el consumo de alcohol, café o tabaco cercanos a la hora de acostarse.
  • Evitar realizar actividades estimulantes a la hora de dormir (leer, ver televisión) dado que suelen ser activadoras y no nos permiten relajarnos.
  • En ocasiones puede ser de ayuda tomar un baño de agua caliente antes de ir a la cama.

 

La segunda línea de tratamiento para el insomnio es el uso de ciertos medicamentos que nos ayuden a iniciar o mantener el sueño a lo largo de la noche.

 

Es muy importante que estos medicamentos sean administrados por un médico especialista en el tema.  Recuerden que TODOS los medicamentos tienen efectos colaterales; además, algunos pueden empeorar alguna enfermedad subyacente, o interactuar con algún otro medicamento que esté ingiriendo el paciente. Por lo tanto, el uso de sedantes, hipnóticos, relajantes y antidepresivos debe hacerse únicamente bajo el estricto control de un médico especialista.

 

Podemos concluir entonces que el insomnio es uno de los trastornos más frecuentes en los adultos mayores, siendo el  insomnio secundario (por otra causa o enfermedad subyacente) el más común en estos pacientes; por estas razones, debe ser considerado como un síntoma y no como una enfermedad, buscar las causas primarias y tratarlas.

 

Su forma de presentación es variada y presenta diversos síntomas como somnolencia diurna, irritabilidad, deterioro cognitivo, torpeza motora y fatiga, entre otros, que afectan la funcionalidad de los pacientes. El diagnóstico se basa en una historia clínica detallada y solo algunos casos requieren estudios especiales del sueño. El tratamiento del insomnio es multifactorial, incluye aspectos como tratamiento no farmacológico (terapia cognitiva y conductual) y algunos medicamentos.

 

 

29/11/2021

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