ESTUDIOS RELACIONAN LOS PROBLEMAS DE SUEÑO CON EL ALZHEIMER Y LA DEMENCIA SENIL

 

Se ha empezado a relacionar el mal de Alzheimer con problemas de sueño. Estudios específicamente realizados en varones con problemas de sueño, demostraron que éstos duplican las posibilidades de contraer Alzheimer. Hay incluso una referencia a esta enfermedad en el sentido de que el “cerebro está sucio”, porque las personas que la padecen muestran cantidades de desecho (amyloid-beta) en el cerebro. 

 

La falta de sueño de calidad, o cantidad, pone en riesgo nuestra salud mental. Nuestro ritmo circadiano equilibra la temperatura corporal, regula las hormonas y el apetito. Las alteraciones de sueño interfieren también en los niveles de dopamina, un neurotransmisor asociado al placer cuyo desequilibrio puede llegar a causar desordenes bipolares y hasta esquizofrenia.

 

Nuevas investigaciones concluyen que la falta de sueño puede aumentar el riesgo de Alzheimer. Si no dormimos lo suficiente, el cerebro no puede realizar el proceso de registrar o almacenar las memorias de las experiencias durante las horas de vigilia y cuando la falta de sueño se hace crónica, durante meses o años, puede ocasionar riesgo de enfermedad de Alzheimer.

 

Una cosa queda muy clara, el sueño interviene en todos los aspectos de la salud cerebral. La falta de sueño produce, a la larga, pérdida irreversible de células cerebrales, como lo demostró un estudio realizado por la universidad de Pennsylvania con la Universidad de Pekín, determinando que en ratones, la falta de sueño les hizo perder el 25% de neuronas, lo que afectó la alerta mental, las funciones cognitivas y de atención. Estos estudios han sido confirmados posteriormente con pacientes que tienen desordenes de sueño durante varios años, en los que se comprobó que presentaban problemas de atención, incapacidad para tomar decisiones y alteraciones en el comportamiento cognitivo, lo que demuestra que el daño al cerebro por la falta de sueño es irreversible.

 

Otro estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke, mostró que la falta de sueño en personas mayores, hace que el cerebro envejezca más rápidamente y que este problema está relacionado con las personas que padecen Alzheimer.

 

Definitivamente, el sueño está conectado con nuestra salud mental. Existen algunas estadísticas en las que hay una relación consistente entre las personas que duermen temprano, con la lucidez mental que mantienen; además de tener un ciclo de ritmos saludables de temperatura corporal, regulación de hormonas y de apetito. Estos ritmos son regulados por la dopamina, el neurotransmisor asociado a las sensaciones de placer en el cerebro y del cual hablamos líneas arriba.

 

El síndrome demencial se define por la pérdida de memoria y de otras funciones intelectuales y capacidades como el correcto discernimiento, el pensamiento abstracto, el pensamiento operativo, etc.; y está estrechamente relacionado con la falta o desordenes de sueño. El deterioro de las funciones cerebrales implica una pérdida importante de calidad de vida y finalmente de la propia autonomía.

 

El sueño también está  asociado a la longevidad. La Sra. Susannah Mushatt Jones que vivió en Brooklyn, Nueva York, fue la persona más longeva del mundo, con 116 años de edad. Cuando le preguntaron cuál era el secreto para su lucidez mental a pesar de los años que tenía, ella contestó: “duermo temprano y bien por las noches y hago una siesta al mediodía”.

 

En el Perú tenemos un caso parecido, en la localidad de Camaná, investigado y registrado por el Dr. Gamarra; se trata del  Sr. Santos Pastor quien vivió 126 años. Cuando comentaba sobre sus costumbres dijo que una de ellas era dormir bien además de una dieta rica en granos y semillas (fuentes ricas en magnesio).

 

 

NOTA EDITORIAL: Si desean saber más sobre la importancia del sueño en nuestra salud física y mental, les sugerimos adquirir el libro “El sueño sagrado” del Dr. José Luis Pérez-Albela, en la librería de su preferencia.

 

 

13/08/2021

 

 

 

 

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