EL MILAGRO DEL SUEÑO: CANTIDAD Y CALIDAD (PARTE-I)

 

En esta primera parte, abordaré sobre la cantidad y la calidad del sueño, como una necesidad fisiológica vital del ser humano; entendiendo que la cantidad de sueño es el número de horas que requiere el individuo para mantener el equilibrio en su estado de salud; y la calidad de sueño, como aquella condición y característica de la profundidad, durante las horas de sueño del individuo.

Asimismo, debemos saber que el sueño también tiene una importancia esencial en la vida de los seres vivientes. Todos los animales, desde los organismos unicelulares hasta los más evolucionados como los humanos, necesitan dormir. Este es el momento de descanso neuronal en el que se cargan las energías para poder continuar con el día a día.

El sueño, es un proceso fisiológico que ocupa la tercera parte de la vida del ser humano, y resulta imprescindible para que el individuo mantenga la homeostasis (estado de equilibrio entre todos los sistemas del cuerpo que se necesitan para sobrevivir y funcionar correctamente). Emerge como un regulador importante del sistema inmunitario, ya que durante el sueño se llevan a cabo las funciones necesarias para mantener su equilibrio. Por otro lado, la reducción de sueño tiene efectos adversos que alteran el metabolismo en el organismo; por lo que la alteración en el sueño puede ser un factor de riesgo para desarrollar enfermedades inflamatorias agudas, crónicas y metabólicas.

Asimismo, el sueño puede modificar la función del sistema inmune induciendo cambios en el eje hipotálamo-pituitaria-adrenal y el sistema nervioso simpático. A su vez, el ritmo circadiano de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que descienden en la noche, favorece diferentes actividades del sistema inmunitario. El objetivo de la presente revisión es abordar diversos aspectos del sueño y su relación con el sistema inmunitario.

Durante el sueño no solo hay un restablecimiento de la energía, sino que también se dan otras funciones, como la eliminación de radicales libres, regulación endocrina y de la actividad eléctrica cortical, consolidación de la memoria y redistribución celular con aumento y activación de linfocitos T en nódulos linfáticos. La privación, disminución o fragmentación del sueño producen alteraciones neuro-inmuno-endocrinas.

 

Cantidad de horas de Sueño

Todos estaremos de acuerdo en que dormir es un placer, pero además es una de las funciones corporales básicas de nuestro organismo. Mientras dormimos se cumplen funciones de regulación y recuperación fundamentales. Gracias al sueño nos reponemos del desgaste físico y mental que conlleva nuestra actividad diaria. De hecho, dormir es tan importante que, en condiciones normales, pasamos un tercio del día en la cama.

La cantidad de horas de sueño en el individuo, tiene una relación inversa con la calidad de las horas de sueño; es decir, si la cantidad y la cantidad de las horas de sueño se dan en forma placentera, armónica y profunda, se dará lugar a una recuperación de energías y regeneración de los desgastes físico-emocionales del individuo.

Aunque lo más común es que sea suficiente dormir entre siete y ocho horas al día, las necesidades de sueño varían mucho dependiendo de diversos factores.  A continuación, pasaré a enumerar algunos de ellos y cómo nos afectan a la hora de dormir:

  1. La edad: la frase "dormir como un bebé" está bien justificada, ya que cuando nacemos podemos dormir 18 horas al día, descendiendo el número de horas que necesitamos dormir a medida que avanza la edad. Es a partir de los 20 años cuando las necesidades de sueño se mantienen más constantes hasta llegar a la tercera edad donde la necesidad de dormir se reduce a unas seis horas, y la profundidad y continuidad del sueño se ven afectadas. En esta etapa, dormir algo menos y tener más despertares durante la noche entraría dentro de lo normal.
  2. El género: los problemas de insomnio afectan a mayor número de mujeres que de hombres.
  3. La situación vital y estresores puntuales: situaciones como el cambio de domicilio o el nacimiento de hijos afectarán las horas que podemos dedicar al sueño. Los estresores, como un proyecto laboral o estar en época de exámenes, pueden ocasionarnos un descanso deficiente debido a la menor disponibilidad de tiempo para dormir, sumado al nivel de activación acumulado durante el día. Estos estados de cambio y estrés suelen estar acompañados de preocupaciones que nos dificultarán dormir si nos vamos con ellas a la cama; por tanto, hay que tener cuidado con consultarle cosas a la almohada.
  4. Problemas físicos: padecer enfermedades agudas o crónicas son factores que predicen un peor descanso nocturno. De hecho, la vivencia del dolor suele empeorar por las noches y es una de las condiciones que más acompaña a los problemas de sueño. Un caso especial es el síndrome de apnea obstructiva del sueño, que es una forma de trastorno del sueño relacionada con la respiración. Los dolores de cabeza, irritación de garanta y los intensos ronquidos indican la presencia de este síndrome en el que se obstruyen las vías respiratorias.
  5. Cambios en las rutinas habituales: los cambios de turno en el centro de labores, viajes a países de zona horaria diferente o las transiciones que suponen los períodos de vacaciones, pueden afectar nuestro ritmo habitual de sueño. De hecho, cualquier hábito que suponga tener un horario irregular de sueño es un factor de riesgo para padecer insomnio.
  6. Estado de ánimo: el insomnio es uno de los síntomas presentes en los trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad generalizada. Es importante saber que el insomnio no tratado supone un factor de riesgo para sufrir una recaída en una persona que ha padecido depresión.

 

Algunas recomendaciones

Estos son solo algunos de los factores que pueden influir en la cantidad y calidad de nuestro sueño, pero hay que tener en cuenta que estos actúan de diferente forma en cada persona. Es normal que a lo largo de nuestra vida pasemos por períodos en los que algunos de estos factores nos impidan descansar, pero el problema viene cuando esta falta de sueño se perpetúa en el tiempo.

Para evitar que esto ocurra o revertir el problema una vez instaurado, contamos con diversos tratamientos. Uno de los más utilizados son los fármacos que, aunque su uso está muy extendido y cuentan con algunas ventajas, realmente no solucionan el problema. Las benzodiazepinas suponen un alivio inmediato que suele traer consecuencias al dejar de usarlas: el temido efecto rebote y el riesgo de dependencia.

Uno de los tratamientos con más evidencia son las técnicas de relajación. Una de las más estudiadas es la relajación muscular progresiva de Jacobson. Mediante estas estrategias se reduce el elevado nivel de activación que nos impide conciliar el sueño durante la noche.

Lo ideal es combinar estrategias como la relajación con otras técnicas conductuales como el control de estímulos. Esta técnica tiene como base algunas recomendaciones, como por ejemplo acostarse solo cuando se tenga sueño, sin permanecer más de 15 o 20 minutos despierto en la cama, tener unos horarios regulares de irse a dormir o usar el dormitorio solo para dormir, y no para realizar otras actividades como: ver la televisión, uso de computador personal, laptop, celulares y otros aparatos electrónicos; o en su defecto, desconectarlos totalmente.

 

A manera de conclusión

El sueño, es una función vital del ser humano y de los seres vivos, el cual forma parte del ciclo diario de vida de los seres orgánicos. El sueño es un proceso que ocupa la tercera parte de la vida del ser humano y resulta imprescindible para que el individuo mantenga el equilibrio de su organismo; de lo contrario, se generarán serios problemas de salud. La cantidad de las horas de sueño del individuo puede estar alterada o condicionada por el estado de la salud física, mental y espiritual del individuo.

 

NOTA EDITORIAL: Si desean contactarse con el economista Abelardo Sierra, pueden hacerlo a través de:

Correo: asc_leo@yahoo.es

Celular: 936 344 733 / 999 307 564

 

05/11/2021

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